Los Reyes Magos.

Yo creí en los Reyes Magos, allá, hace muchos, muchos años, cuando yo era muy chiquita mi hermano y yo esperábamos y esperábamos, al borde de un ataque de esperanza, tratando de no dormir, pero siempre , al final, rindiéndonos al sueño, la maravillosa mañana en la que, al despertarnos, corríamos como locos al sofá de la sala y encontrábamos la maravilla.

La maravilla adquiría diversas formas, pero siempre era la maravilla.

Un día, de pronto, gracias a nuestro gran líder, los juguetes desaparecieron de las tiendas, así como la comida, que era mucho peor y se implantaron las así llamadas ¨libretas de racionamiento¨, desde ése momento, desaparecieron los Reyes Magos  y los juguetes que llegaban al país, exclusivamente por esas fechas, se dividían en ¨básicos, no básicos y adicionales¨, a cada familia, según dónde viviera, la metían en una lista, que supuestamente, sorteaban a ver a quienes correspondía comprar el primer día, a quién el segundo y así, la clasificación de los juguetes la determinaba alguna oculta persona de ¨arriba¨, que decidía cuál era un juguete básico y cuál no. En general, se suponía que los básicos eran los más lindos y llamativos, los no básicos, los siguientes en el gusto y los adicionales la pura caca que sobrara.

A mi, en los dos años o tres, que participé en éste sistema, creo que el límite de edad era 12 años, después de eso, dejabas de ser niño a todos los efectos, jamás me tocó el primer día, mi mamá recorría con nosotros la tienda y nos decía que miráramos y decidiéramos qué queríamos, total, por gusto, porque al quinto día, cuando nos tocaba comprar, ya no quedaba nada que sirviera, mi año más afortunado fué uno en el que quedaba un muñequito de lo más chulo, que se suponía venía en pareja con la hembrita, pero que a esas alturas, habían divorciado sin más preámbulos, así que a mi me tocó el machito y a Ade, mi prima, la hembrita.

En esas lides, metían cualquier cosa que se les ocurriera, así que un año me tocó un tocadiscos portátil alemán de maletica, que no sería ningún juguete ni cosa parecida, y que cuando lo recibí me morí de desilusión, pero que en años subsiguientes fué uno de los objetos más útiles de la casa y una de las maravillas más recordadas por mi familia.

Roto entonces, el encanto de la infancia, las cosas se volvían más prácticas, y la gente negociaba en las calles juguetes de un tipo por otro y se hacían tratos de todo tipo.

Y no debería lamentarme, porque en años subsiguientes, los juguetes, sencillamente, desaparecieron, casi hasta hace poco, en los que los empezaron a vender de nuevo a precios prohibitivos, sin necesidad de libreta de racionamiento, pero sólo a aquellos que pudieran pagar semejante extravío.

Es difícil entender a los cubanos, lo sé de primera mano, pero aquellos que no vivieron éste tipo de cosas que nosotros hemos vivido, quizás no logren aquilatar, verdaderamente, la marca de vida que deja nuestra sacrosanto socialismo en las vidas individuales de cada ser que, viniendo al mundo inocente, tuvo la desgracia de nacer en Cuba y sobrevivir.

Y aunque parezca triste el post, de hecho lo hice, no por lo que pasó después, al contrario , lo he hecho por los fantásticos años de infancia que tuve hasta ese momento, por las esperanzas , los anhelos,los sueños, la maravilla de ser niño y esperar el día más lindo del mundo en la próxima mañana.

Por el niño que todos llevamos dentro, por los Reyes Magos, por Santa Claus, y por los sueños , levanto mi copa de vida y a la salud de todos.

Un abrazo, niños y niñas.